lunes, 13 de julio de 2009

Acompañar a elegir

El proceso de orientación vocacional es individual porque se considera la singularidad del que consulta, cada persona es diferente y tiene diferente manera de encarar las decisiones y cuestionamientos que se nos plantean en la vida. En este proceso se propone la posibilidad de trabajar los interrogantes que se pongan en juego en torno a la elección vocacional. Para tal trabajo se espera que los consultantes desempeñen un rol activo en el proceso, se trata de acompañarlos en el camino hacia una elección que les resulte lo más posible conforme a sus deseos. Para esto habría que conjugar lo que le gusta a cada uno y como se ven trabajando en cierta actividad en el futuro, lo ideal es que dicha actividad sea lo más gratificante posible. Y es imprescindible agregar que “la vocación se construye” por tal razón debemos incluir cierta disposición al cambio con lo cual el tránsito hacia “lo nuevo” se envuelve de un clima de mayor serenidad.

Hacer...ser?

Un hacer se elige desde una historia personal. Estamos rodeados e influidos fuertemente por el entorno desde que nacemos. La elección vocacional es, en mayor o menor grado, consecuencia de las marcas que deja un modo de crianza, un ambiente, etc.

El ser y el hacer si bien pueden ser diferenciados suelen relacionarse en múltiples circunstancias. Lo podemos observar cuando se le pregunta a alguien “¿Quién sos?”, y responde “Soy médico”, su ser se inviste por su profesión. Su nombre, su apellido no aparecen. El hacer lo hace ser.

Padres (familia en general), maestros, amigos y medios de comunicación influyen notoriamente para la toma de la decisión; estas influencias no resultan nocivas si el ser que está en posición de orientarse toma todos estos elementos para plantearles interrogantes y analizarlos en profundidad, recordando que él es el protagonista en la elaboración de un proyecto para sí.

La Vocación: Un acto de creación

Proponemos pensar la vocación de una manera diferente. La vocación se va construyendo, por tanto se puede modificar a lo largo de la vida. No se da de una vez y para siempre:
Decir que se construye significa que es un acto de creación (se crea sobre la base de algo sabido, a diferencia de la invención que crea a partir de nada), que todo sujeto realiza en algún momento de la vida. Cada ser requiere de un tiempo peculiar para encontrarse con la actividad que va a hacer. Aunque aquel que descifra el enigma y “sabe” que elige no siempre asegura el quehacer de su existencia. El ser humano se encuentra en constante cambio a lo largo de su ciclo vital y está sometido no solo a las crisis evolutivas esperables sino también a situaciones inesperadas e inoportunas que la vida le propone. Situaciones que lo obligan inexorablemente una y otra vez para recuperar la estabilidad perdida.
Decimos entonces que la vocación es un concepto dinámico, tiene movimientos, busca nuevos rumbos y su “hacer” está vinculado a los gustos, deseos y necesidades.
Vocación en tanto resultado de una interacción entre un llamado exterior (que atrae) y una fuerza interna (que puja por salir). No es ajena a los cambios que provocan las crisis que nos atraviesan.